Localizar la COP: juventudes que transforman negociaciones globales en gobernanza territorial

En la COP30 de Belém, Uno Punto Cinco participó en el panel Localizing COP Knowledge through Youth-Led Governance Initiatives, un espacio que mostró con claridad cómo las juventudes latinoamericanas están convirtiendo las decisiones climáticas internacionales en herramientas concretas para fortalecer la gobernanza local, municipal y comunitaria.

El panel, realizado en el Children & Youth Pavilion, reunió experiencias de México, Chile, Colombia y Centroamérica que demuestran que la acción climática joven ya no se limita a observar negociaciones: hoy produce metodologías replicables, plataformas de seguimiento, articulaciones intersectoriales y mecanismos de incidencia que conectan los resultados de la COP con los territorios que viven la crisis en carne propia.

De la negociación global a la acción local: herramientas que cambian la gobernanza

El primer bloque estuvo dedicado a mostrar instrumentos concretos que las juventudes han desarrollado para traducir los acuerdos de la COP en capacidades reales:

  • Faceta Consciente (México) presentó el Toolkit Consciente, una plataforma abierta que democratiza el conocimiento climático. Además compartieron el programa Post-COP29: Sumando a la Agenda Climática en México, que movilizó a más de 470 personas para analizar los resultados de Bakú e incorporarlos en debates locales de política pública.
  • Tierra Nuestra (México–Colombia) mostró su trabajo en Cumbres Climáticas Juveniles y LCOYs, además del Community Handbook for Multilevel Governance, una guía que permite a comunidades y gobiernos locales integrar resultados de la COP en procesos municipales y regionales.
  • Sustenta Honduras compartió herramientas de gobernanza que integran contaminantes climático–corto-vivientes (SLCPs) en políticas de aire limpio, mostrando cómo vincular salud, mitigación y planificación territorial.

Cada una de estas experiencias mostró que es posible convertir la compleja arquitectura del multilateralismo en procesos concretos, accesibles y medibles para gobiernos locales, organizaciones comunitarias y liderazgos juveniles.

La experiencia de Uno Punto Cinco: participación juvenil y democracia climática en Chile

En representación de Uno Punto Cinco, Ismaela Magliotto presentó dos aprendizajes clave de este año:

  1. LCOY Chile como espacio de gobernanza para juventudes, donde más de mil participantes trabajaron propuestas en transición energética, adaptación, océanos y justicia climática.
  2. La campaña climática en período electoral, una estrategia inédita que vinculó transición energética con empleo, seguridad ciudadana y bienestar, demostrando que la acción climática puede y debe dialogar con las prioridades sociales y económicas de la ciudadanía.

Estas experiencias subrayaron que la gobernanza climática joven no puede quedar reducida a lo simbólico: debe influir en la política pública, la institucionalidad y los procesos democráticos.

Una nueva diplomacia climática juvenil para la región

El panel dejó una conclusión clara: la localización del conocimiento de la COP es una tarea política de alta complejidad, y las juventudes ya están construyendo los puentes institucionales que antes no existían.

Durante las intervenciones y el diálogo con el público se enfatizó:

  • La necesidad de métodos de incidencia replicables entre países.
  • La importancia de construir alianzas con municipios, gobiernos regionales y ministerios.
  • La urgencia de medir el impacto de la acción climática juvenil con indicadores claros.
  • El potencial de conectar ciencia, educación y participación ciudadana en una arquitectura climática más equitativa.

Frente a negociaciones globales cada vez más técnicas y procesos locales cada vez más urgentes, la diplomacia climática juvenil latinoamericana emerge como un actor indispensable.

Lo que sigue

Desde Uno Punto Cinco reafirmamos nuestro compromiso con fortalecer capacidades de gobernanza, conectar juventudes con procesos multilaterales y asegurar que los aprendizajes de la COP puedan traducirse en transformaciones reales para los territorios.

Porque localizar la COP no es solo comunicar lo que pasa en Belém:
es garantizar que cada decisión global tenga un impacto concreto en las comunidades que sostienen la vida frente a la crisis climática.

Justicia climática y derechos humanos: Chile impulsa un debate urgente en el Pabellón de Chile en la COP30

En un contexto global marcado por retrocesos climáticos, crisis de confianza en el multilateralismo y crecientes riesgos para las comunidades que defienden el territorio, el Pabellón de Chile en la COP30 fue escenario del panel Justicia climática y derechos humanos: Avances en la rendición de cuentas en asuntos ambientales. La actividad reunió a referentes de organismos internacionales, academia, organizaciones juveniles, representantes del Acuerdo de Escazú y vocerías de pueblos indígenas bajo un objetivo común: robustecer la rendición de cuentas climática desde un enfoque de derechos humanos.

La discusión reconoció que la crisis climática ya no es solo un problema ambiental: es una amenaza real y cotidiana para el derecho a la vida, a la salud, al agua, a la participación pública y a un medio ambiente limpio, saludable y sostenible. América Latina, una de las regiones más afectadas por la desigualdad climática y el extractivismo, también ha sido un laboratorio jurídico y político para innovar en justicia ambiental. Desde el Acuerdo de Escazú hasta las sentencias de cortes nacionales y regionales, existen avances que ofrecen rutas concretas para fortalecer la transparencia, la responsabilidad y la protección de personas defensoras.

El panel —moderado por Uno Punto Cinco ONG— profundizó en los desafíos de implementar estos marcos normativos en un escenario donde aumentan los conflictos socioambientales y donde los impactos del clima se traducen en violaciones a derechos humanos. La Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos destacó la urgencia de integrar estándares internacionales en la gobernanza climática, garantizando mecanismos efectivos de monitoreo, denuncia y reparación.

Uno de los momentos más significativos fue la presentación de la campaña “La respuesta somos nosotros”, impulsada por pueblos indígenas de diversas regiones del mundo. Su mensaje es claro: ninguna transición ecológica será justa si reproduce lógicas coloniales, desplaza comunidades o ignora sistemas de conocimiento ancestral que han protegido los ecosistemas por siglos. La participación del representante electo del público de Escazú enfatizó la importancia de garantizar participación significativa y protección efectiva para quienes enfrentan amenazas por defender sus territorios.

El panel también abordó discusiones clave de la COP30, como la creación de mecanismos de reparación climática, el financiamiento para pérdidas y daños, y la necesidad de articular el sistema de Naciones Unidas con instrumentos regionales como Escazú. En particular, se subrayó que la crisis climática no puede seguir tratándose como un ámbito voluntarista, sino como un espacio regido por obligaciones jurídicas que los Estados deben cumplir.Para Uno Punto Cinco, este evento confirma la importancia de articular juventudes, academia y sociedad civil en la defensa de la justicia climática. En un momento donde el multilateralismo enfrenta tensiones y donde los impactos se profundizan año tras año, construir sistemas de rendición de cuentas sólidos no es solo una necesidad técnica: es una exigencia ética para proteger a las comunidades que hoy sostienen la primera línea de la emergencia climática.

Chile, a través del espejo

Señor Director:

Cuando el presidente Gabriel Boric asumió la presidencia de Chile, la tríada progresista que compartía escenario con Petro en Colombia y Lula en Brasil prometía transformación. Nuevos liderazgos traían esperanza a América Latina. Hoy, en plena COP30, el espejo se ha agrietado y devuelve una imagen distorsionada del mundo. Lula recuerda que la Amazonía es el corazón del planeta, mientras António Guterres advierte que avanzamos hacia 2,6 °C de calentamiento global. La ciencia sugiere que ya cruzamos los 1,5 °C, pero la política insiste en medir el tiempo con relojes rotos que avanzan y retroceden.

Chile, como la Alicia curiosa que sigue al Conejo Blanco en la novela de Lewis Carroll, se asoma a ese reflejo pero descubre otro país: trece años de sequía, glaciares que retroceden, incendios que devoran bosques y ciudades. Al otro lado del cristal, la promesa de desarrollo se disfraza de progreso mientras la estabilidad del clima continúa en deterioro.

Belém exige decisiones reales: reducir emisiones 43 % al 2030, movilizar 1,6 billones de dólares anuales. Pero también demanda valentía e inteligencia. Si Chile camina sobre la cuerda floja en este periodo electoral: si retrocede en sus compromisos climáticos, puede cruzar definitivamente al otro lado del espejo, donde el sueño de desarrollo se vuelve una pesadilla climática de la que ya no podremos despertar.”

Educating for Climate Justice: Juventudes y mujeres al centro de la transformación climática en América Latina y el Caribe

En el Día de la Educación y el Empleo del Pabellón de la ONU Brasil en la COP30, se desarrolló el panel “Educating for Climate Justice: Empowering LAC Youth & Women for the Future”, un espacio que puso en el centro la urgencia de fortalecer la educación climática, las habilidades verdes y el liderazgo transformador de juventudes y mujeres. En una región donde 169 millones de niños, niñas y jóvenes están expuestos cada año a riesgos climáticos crecientes, la educación dejó de ser un complemento para convertirse en un eje estructural de la resiliencia y la justicia climática.

La conversación reunió a actores clave del ecosistema educativo y climático regional: UNICEF LACRO, CLAAC, Barranquilla+20, la Green Jobs for Youth Academy (OIT–PNUMA–UNICEF), junto a experiencias comunitarias, juveniles y de género de distintos territorios.

El futuro de la región depende de cómo eduquemos hoy

Uno de los puntos más enfatizados del panel fue la necesidad de transformar la educación climática de lo declarativo a lo estructural. En contextos donde eventos extremos, crisis hídrica, enfermedades transmitidas por vectores y desplazamientos forzados afectan especialmente a niñas, jóvenes y comunidades indígenas, no basta con informar: es necesario formar capacidades para actuar, liderar y proteger territorios.

El panel reconoció que la educación climática con perspectiva de justicia debe integrar:

  • Conocimiento científico y saberes comunitarios.
  • Desarrollo de habilidades verdes para empleos del futuro.
  • Liderazgo juvenil e incidencia política.
  • Enfoques de género, cuidados y justicia territorial.
  • Programas de formación vinculados a políticas públicas.

Este marco fue ejemplificado a través de iniciativas presentes en el panel que muestran cómo es posible convertir la educación en una palanca de cambio sistémico.


Experiencias que están reconfigurando la educación climática en LAC

COP30 Academy – CLAAC (Ignacio Orellana, Chile)

La Academia COP30 se ha consolidado como el programa de formación climática más grande de América Latina, capacitando a más de 2.500 jóvenes en gobernanza climática, negociación internacional, diplomacia ambiental y justicia climática. Su metodología combina teoría, análisis contextual y trabajo territorial, preparando a una nueva generación de líderes capaces de incidir en procesos globales desde realidades locales.

Green Jobs for Youth Academy – OIT, PNUMA y UNICEF (Brasil)

Vinícius Laguardia presentó los avances de este pacto global que articula formación técnica, empleos verdes y transición justa. Su trabajo impulsa que las juventudes accedan a empleos de calidad en energía limpia, movilidad sostenible, restauración ecológica y gestión de residuos, conectando mercados laborales con metas climáticas.

Diplomado Mujeres Cuidadoras de la Vida – Barranquilla+20 (Colombia)

La iniciativa liderada por Xiomara Acevedo mostró cómo una educación con enfoque feminista puede fortalecer la resiliencia comunitaria. El diplomado forma mujeres líderes en adaptación, restauración de ecosistemas, defensa territorial y justicia climática. Su impacto en comunidades vulnerables lo posiciona como una referencia continental para integrar género, cuidados y acción climática.

Climate Youth Negotiators Programme (Caribe)

La participación caribeña resaltó la importancia de preparar a jóvenes para negociar, representar y defender los intereses de islas que enfrentan una crisis existencial. Sus programas han logrado insertar liderazgos juveniles en espacios de negociación internacional, aportando diversidad, urgencia y una comprensión territorial que suele faltar en las delegaciones oficiales.

Una hoja de ruta regional: de la educación a la gobernanza climática

La sesión también estuvo enmarcada por la presentación de Ecuador de su nueva Estrategia Nacional de ACE (ENACE 2026–2035), una de las más avanzadas de la región. Este documento integra educación climática, participación pública, comunicación y fortalecimiento de capacidades, demostrando que los países pueden convertir compromisos internacionales en políticas nacionales concretas.

En conjunto, las intervenciones señalaron un horizonte común:
sin educación climática no habrá transición justa; sin juventudes ni mujeres al centro, no habrá justicia climática.

Lo que sigue para la región

Desde Uno Punto Cinco reafirmamos nuestro compromiso de fortalecer la educación climática con enfoque territorial, intergeneracional y feminista, y de trabajar por alianzas que conecten:

  • evidencia científica,
  • políticas públicas,
  • programas de formación,
  • experiencias comunitarias,
  • y liderazgo juvenil.

En un momento histórico donde la crisis climática redefine economía, salud, derechos y democracia, estos espacios en la COP30 no solo aportan diagnósticos: construyen puentes para una nueva gobernanza climática regional, impulsada por quienes heredarán los impactos y las oportunidades del mundo que estamos decidiendo hoy.

Jóvenes Líderes para la Transición Justa: diplomacia climática rumbo al 1.5°C

En el marco de la COP30 en Belém, Uno Punto Cinco ONG, CAF –Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe– y aliados regionales convocaron la jornada “Jóvenes Líderes para la Transición Justa: Diplomacia y acción climática rumbo al 1.5°C”, un espacio que reunió a representantes juveniles de distintos países para analizar críticamente la década posterior al Acuerdo de París y proyectar el rol de las juventudes en la arquitectura climática que definirá los próximos años.

La instancia se desarrolló en un momento decisivo: con el mundo encaminado a un calentamiento de 2,6°C, una brecha creciente de financiamiento y la necesidad urgente de que los países presenten sus NDC 3.0 en 2025. En este escenario, el liderazgo juvenil dejó claro que no basta con participar simbólicamente. Lo que se exige hoy es incidencia real, gobernanza compartida y mecanismos estructurados para integrar las voces jóvenes en la toma de decisiones climáticas.

A diez años del Acuerdo de París: ¿qué hemos aprendido?

El primer panel reunió a Gabriel Medeiros (Brasil), Bruno Sirote (Argentina), Ismaela Magliotto (Chile) y Nathalie Gerbasi (CAF), quienes ofrecieron un balance crítico de los avances y limitaciones del multilateralismo climático. La discusión subrayó tres aprendizajes centrales:

  • que los avances logrados desde 2015 siguen siendo insuficientes frente al incremento de emisiones y la debilidad de los compromisos de adaptación,
  • que la gobernanza climática global continúa reproduciendo desigualdades de poder entre Norte y Sur,
  • que la participación juvenil ha avanzado, pero sin mecanismos institucionales que garanticen continuidad, financiamiento ni transferencia de capacidades.

Los panelistas coincidieron en que las juventudes no pueden seguir siendo observadoras externas del sistema climático: deben convertirse en actores capaces de incidir, fiscalizar y proponer nuevos modelos de gobernanza. NDC 3.0: el futuro climático de América Latina

El segundo panel —con Stephany Gavilán (Perú), María Moreno Córdoba (CAF) e Ignacio Orellana Troncoso (Chile), moderado por Rafael Juliá (CAF)— se centró en las oportunidades y desafíos de la actualización de las NDC 3.0 rumbo a 2025.

La conversación abordó herramientas concretas que las juventudes ya están utilizando en sus países: observatorios ciudadanos, plataformas de seguimiento, metodologías de educación transformadora y mecanismos de participación intergeneracional. También se destacó el rol de los saberes locales y territoriales, fundamentales para conectar el nivel comunitario con los compromisos multilaterales.

La discusión fue especialmente relevante para la agenda de Uno Punto Cinco y UNICEF, que impulsa una hoja de ruta regional para integrar a niñeces y juventudes en la planificación, ejecución y monitoreo de las NDC. El mensaje fue inequívoco: sin participación juvenil vinculante, las NDC 3.0 corren el riesgo de repetir la falta de implementación real que caracterizó sus versiones anteriores.

Hacia una nueva diplomacia climática juvenil

A lo largo de la jornada se consolidó una reflexión clave: América Latina necesita una nueva diplomacia climática juvenil. Una diplomacia:

  • bien financiada, para garantizar continuidad y no solo participación episódica,
  • transparente, que incluya a comunidades locales y pueblos indígenas,
  • territorial, conectada con los impactos concretos en los territorios,
  • orientada a justicia climática, donde adaptación, pérdidas y daños y transición energética no repitan lógicas extractivas ni colonialidades.

Los liderazgos jóvenes presentes enfatizaron que el 1.5°C no es un eslogan ni una narrativa: es un límite físico cuya superación amenaza la sobrevivencia de millones de personas en la región. Para alcanzarlo, las juventudes latinoamericanas no solo están exigiendo acción, sino también construyendo herramientas, metodologías y espacios de gobernanza concretos.

Un mensaje desde Belém para la región

Este encuentro confirmó que los próximos años serán definitivos. Las juventudes de América Latina están listas para asumir un rol estratégico en la implementación del Acuerdo de París, en la vigilancia de las NDC 3.0 y en la defensa de una transición energética realmente justa.

Desde Uno Punto Cinco, reafirmamos nuestro compromiso con una gobernanza climática intergeneracional, donde el conocimiento técnico, la experiencia territorial y la participación significativa se unan para construir un futuro resiliente y equitativo.

La diplomacia juvenil latinoamericana ya no es una promesa: es una fuerza en expansión que exige resultados, justicia y acción inmediata.

Midiendo la resiliencia: avances y desafíos para el desarrollo de métricas de adaptación al cambio climático en Latinoamérica

Un conversatorio organizado por el Center for Climate and Resilience Research (CR)2 y Uno Punto Cinco ONG en la COP30

En el marco de la COP30 en Belém, se llevó a cabo el conversatorio “Midiendo la resiliencia: avances y desafíos para el desarrollo de métricas de adaptación al cambio climático en Latinoamérica”, una instancia que reunió a investigadores, negociadores, instituciones internacionales y organizaciones juveniles para abordar uno de los debates más urgentes de esta conferencia: cómo medir, con criterios comunes y verificables, si la adaptación realmente está ocurriendo en los territorios.

La discusión se dio en un contexto clave. Por primera vez desde la adopción del Acuerdo de París, la comunidad internacional se encuentra en el proceso de definir una Lista Global de Indicadores de Adaptación, parte central de la Meta Global de Adaptación (GGA). En este escenario, América Latina —una región altamente vulnerable, diversa y con profundas asimetrías socioambientales— enfrenta el desafío de traducir evidencia científica, impactos locales y sistemas de gobernanza fragmentados en métricas comparables, útiles y justas.

Un panel que reunió ciencia, política pública y acción juvenil

El evento, coorganizado por el Center for Climate and Resilience Research (CR)2 y Uno Punto Cinco ONG, convocó a voces relevantes para el proceso de construcción de métricas de adaptación:

  • CR2, presentando avances científicos en medición de resiliencia y vulnerabilidad.
  • International Platform on Adaptation Metrics (IPAM), compartiendo estándares internacionales emergentes para monitorear adaptación.
  • Race to Resilience, con experiencias globales sobre metodologías para medir impactos comunitarios.
  • Ministerio del Medio Ambiente de Chile, desde su rol en las negociaciones climáticas y la elaboración de la Comunicación de Adaptación del país.
  • Proyecto RISE (Uno Punto Cinco + CLAAC), que documenta historias de adaptación comunitaria lideradas por juventudes en América Latina.

A través de estas miradas, el conversatorio permitió comprender la tensión estructural del proceso: cómo combinar métricas técnicas comparables a nivel global con indicadores sensibles a la realidad territorial, cultural y social de América Latina.

¿Por qué es tan difícil medir adaptación?

Los panelistas coincidieron en que la adaptación es compleja de medir porque involucra procesos sociales, capacidades institucionales, bienestar humano y resiliencia ecológica, dimensiones donde los avances son más difíciles de cuantificar que las reducciones de emisiones.

Entre los desafíos destacados:

  • Falta de datos homogéneos y comparables entre países.
  • Capacidades institucionales limitadas en gobiernos locales, donde se juega la mayor parte de la adaptación.
  • Necesidad de métricas que integren justicia climática, género, pueblos indígenas y desigualdades territoriales.
  • Riesgo de indicadores demasiado globales, que no capturen las realidades de comunidades vulnerables.

Se enfatizó que la adaptación no puede reducirse a infraestructura o planes institucionales; debe incluir mejoras reales en salud, seguridad hídrica, protección de ecosistemas, reducción de pérdidas y fortalecimiento de capacidades comunitarias.

Chile y el liderazgo regional en métricas de adaptación

Uno de los puntos fuertes del conversatorio fue la presentación de la experiencia chilena. El país se ha posicionado como referente técnico por su marco legal (Ley Marco de Cambio Climático) y su primera Comunicación de Adaptación (AC1), que ya incorpora indicadores alineados con la Meta Global de Adaptación.

Entre los avances destacados:

  • Más de 50% de las cuencas cuentan con planes de gestión climática.
  • La infraestructura crítica incorpora evaluaciones de riesgo climático.
  • Las áreas protegidas avanzan en planes de adaptación ecológica.
  • Se integran criterios de género e interculturalidad en los planes locales.

Estos insumos posicionan a Chile como uno de los países capaces de aportar experiencia concreta para la discusión técnica del GGA.

El aporte juvenil: adaptación desde los territorios

El proyecto RISE de Uno Punto Cinco y la Coalición Latinoamericana de Acción Climática (CLAAC) sumó una dimensión fundamental: la de las juventudes y las comunidades. Historias de adaptación en zonas rurales, urbanas y costeras ilustran que:

  • la mayor parte de la adaptación ocurre a escala local,
  • las comunidades ya están reaccionando a un clima que cambia más rápido que las instituciones,
  • la participación juvenil es clave para identificar brechas, monitorear avances y asegurar justicia climática.

Estas experiencias permiten construir indicadores más sensibles a realidades concretas: acceso al agua, impactos en salud, pérdida de medios de vida, cambios en biodiversidad y fortalecimiento de capacidades locales.

Hacia un marco regional para medir resiliencia

El conversatorio concluyó con un llamado claro: América Latina necesita una agenda regional de métricas de adaptación que conecte ciencia, política pública y comunidades. Esto implica:

  • armonizar metodologías sin perder diversidad territorial,
  • generar datos abiertos y comparables,
  • fortalecer capacidades municipales y comunitarias,
  • y asegurar que la adaptación se mida no solo desde arriba, sino también desde abajo.

La construcción de métricas de adaptación no es un ejercicio técnico aislado. Es parte esencial de un nuevo contrato social frente al cambio climático: uno que ponga la vida, la justicia y los territorios en el centro.