Protección para la Igualdad: así fue nuestra participación en el Just Transition Policy Lab en la COP30

El 19 de noviembre, en el Pabellón de Transición Justa de la COP30, Uno Punto Cinco participó en la sesión “Protection for Equality: Just Transition and Resilience for Women in Latin America and the Caribbean”, un espacio que reunió a gobiernos, organismos multilaterales y sociedad civil para abordar cómo avanzar hacia transiciones justas que realmente protejan la vida, los medios de subsistencia y la autonomía económica de las mujeres en la región. La actividad formó parte del Just Transition Policy Lab, un espacio diseñado para compartir experiencias directas, aprendizajes y desafíos sobre la implementación de transiciones justas en distintas geografías .

Una conversación urgente sobre género, trabajo y resiliencia

La sesión abrió con las palabras de Moustapha Kamal Gueye, Director Global del Programa de Acción Prioritaria sobre Transición Justa de la OIT, y Lyes Ferroukhi, del PNUD para América Latina y el Caribe. Ambos destacaron un diagnóstico claro: el cambio climático amplifica desigualdades ya existentes, y sin políticas específicas, las transiciones energéticas y productivas pueden profundizar brechas, especialmente para mujeres trabajadoras rurales, informales y cuidadoras.

La discusión principal estuvo moderada por Blanca Patiño (OIT) y se estructuró en torno a la pregunta clave: ¿cómo transformamos la vulnerabilidad en poder, asegurando que la transición justa sea también una transición con igualdad?

Paz Correa llevó la voz de Uno Punto Cinco y de las juventudes

En este panel, Uno Punto Cinco estuvo representado por Paz Correa, quien aportó la visión juvenil sobre cómo conectar acción climática, igualdad de género y oportunidades laborales en economías bajas en carbono. Su intervención destacó:

  • la necesidad de políticas que integren la innovación, la empleabilidad juvenil y la transición justa con un enfoque interseccional;
  • la urgencia de generar alianzas entre generaciones para acelerar cambios estructurales;
  • la importancia de que las transiciones económicas no solo protejan, sino que expandan derechos, capacidad laboral e independencia económica de las mujeres.

Miradas diversas, un desafío compartido

El panel también contó con:

  • Camila Muñoz, Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia, quien explicó cómo su país está integrando la igualdad de género en su Estrategia de Transición Justa de la Fuerza Laboral.
  • Abdifatah Hassan Ali, representante de personas con discapacidad, quien expuso los riesgos de exclusión en los marcos de transición si no se incorporan explícitamente intersecciones entre género y discapacidad, compartiendo experiencias desde Somalia.

Esta diversidad de perspectivas reforzó un consenso: sin protección social inclusiva, sin participación significativa y sin equidad de género, ninguna transición puede considerarse justa.

Un lanzamiento regional que marcará camino

La sesión también fue el espacio para el lanzamiento regional del estudio “An Approach to the Guidelines for a Just Transition in Latin America with a Gender Perspective”, que reúne recomendaciones prácticas y soluciones replicables para los países de la región. Este documento ofrece una hoja de ruta para integrar igualdad de género, innovación productiva y protección social en la transformación de los modelos económicos.

Cerrando con futuro

La actividad concluyó con un intercambio entre panelistas y asistentes, seguido de las reflexiones de Blanca Patiño sobre lo que viene post COP30: consolidar marcos de transición justa que pongan al centro a las personas trabajadoras, especialmente a mujeres, jóvenes y comunidades históricamente excluidas.

Para Uno Punto Cinco, participar en este espacio reafirmó nuestro compromiso con impulsar transiciones justas que sean intergeneracionales, feministas y profundamente latinoamericanas. La justicia climática solo es posible si avanzamos hacia economías que protejan, cuiden y redistribuyan poder.

Latin America y la Diplomacia Azul: Así fue nuestro Side Event sobre el Tratado BBNJ en la COP30

El lunes 17 de noviembre, en el Pabellón de Chile en la COP30, Uno Punto Cinco —junto a SOA, Global Shapers Valparaíso, Ocean & Climate Platform, Peace Boat US y Global Ocean Trust— realizó el side event “BBNJ and Latin American leadership in global ocean governance: towards a Technical Secretariat with a focus on climate action and equity”, un espacio que buscó situar a América Latina como protagonista en la gobernanza oceánica en un momento histórico para la diplomacia ambiental .

El evento se desarrolló en un ambiente vibrante, con sala llena y una audiencia diversa compuesta por negociadores, sociedad civil, jóvenes líderes, organismos internacionales y representantes de gobiernos. Desde la moderación, a cargo de Ismaela Magliotto de Uno Punto Cinco, se subrayó un mensaje central: el Tratado de Biodiversidad en Áreas Más Allá de la Jurisdicción Nacional (BBNJ) abre una ventana única para que la región —y particularmente Chile— juegue un rol estructural en la protección del alto mar y en la construcción de una agenda oceánica con anclaje científico, justicia climática y cooperación regional.

Una conversación que cruzó ciencia, justicia y diplomacia

La sesión comenzó con un mensaje especial de Torsten Thiele, Co-Chair del Mecanismo Financiero del BBNJ, seguido por intervenciones de un panel de alto nivel:

  • Loreley Picourt, Ocean & Climate Platform
  • Daniel Cáceres, Sustainable Ocean Alliance
  • Janine Coye-Felson, delegación de Belice ante la ONU
  • Matheus Bastos-Zickler, Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil

Cada intervención respondió a una pregunta común: ¿Qué significa avanzar hacia la implementación efectiva del BBNJ en el contexto de la COP30?

Las respuestas coincidieron en que la entrada en vigor del tratado —que ocurrirá en enero de 2026— representa una oportunidad para articular la acción climática con la protección oceánica, superar visiones fragmentadas y potenciar el rol de América Latina como un bloque capaz de liderar una diplomacia azul basada en ciencia y cooperación.

Una región con liderazgo, desafíos y una oportunidad única

Los panelistas destacaron tres mensajes principales:

  • La sociedad civil del Sur Global, especialmente en América Latina, posee una capacidad única para impulsar cambios estructurales en gobernanza oceánica. Loreley Picourt subrayó que este impulso territorial debe integrarse formalmente en la implementación del tratado.
  • Las juventudes aún están subrepresentadas en espacios de negociación oceánica. Daniel Cáceres enfatizó la necesidad de fortalecer redes de jóvenes líderes que se muevan entre las agendas de océanos, clima y biodiversidad, llevando la voz generacional a espacios como la COP.
  • Los países insulares y costeros del Caribe y Centroamérica —representados por Janine Coye-Felson— recordaron que el éxito del tratado dependerá de que principios como equidad, “benefit-sharing” y creación de capacidades permanezcan en el centro del proceso institucional.

Por su parte, Matheus Bastos-Zickler abordó el potencial de establecer la Secretaría Técnica del BBNJ en América Latina, abriendo la puerta para que Chile pueda desempeñar un rol diplomático, técnico y regional de largo plazo que permita disminuir la fragmentación política y fortalecer una gobernanza oceánica coherente.

Mirando hacia la primera COP del BBNJ

El diálogo concluyó con una pregunta abierta sobre expectativas para la primera COP del tratado, que deberá realizarse durante su primer año de entrada en vigor. Los panelistas coinciden: será un momento fundacional para establecer reglas, mecanismos de participación, lineamientos financieros y una arquitectura de gobernanza capaz de responder a las crisis climáticas y de biodiversidad que ya afectan al océano.

Un paso más hacia una diplomacia azul latinoamericana

Para Uno Punto Cinco, este side event significó mucho más que una conversación técnica: fue una demostración del compromiso de la región —y particularmente de la juventud— con una visión de océanos como ejes estratégicos para enfrentar la crisis climática. Fue también un gesto hacia el futuro, donde Chile podría convertirse en sede de la Secretaría Técnica del BBNJ y un articulador clave en la protección del océano global.

Seguiremos impulsando estos diálogos y colaboraciones para que América Latina avance hacia una diplomacia climática que proteja el océano, garantice justicia climática y fortalezca la cooperación regional.

COP30: acción climática y política para América Latina y Chile  

Por Benjamin Carvajal y Rodrigo Astorga 

Originalmente publicada en el desconcierto.

La COP30 no será solo una cumbre climática. Será un examen político para el multilateralismo y la gobernanza global, en torno a la capacidad del mundo de acelerar la implementación de sus acuerdos. Belém do Pará, puerta de entrada a la Amazonía, acoge la conferencia diez años después del Acuerdo de París, en un escenario donde las promesas se agotan y el margen de acción se estrecha. Lo que está en juego ya no es el consenso, sino la credibilidad.

La agenda global sobre cambio climático enfrenta cuatro grandes desafíos: entregar los nuevos planes climáticos nacionales (NDC 3.0) para el período 2031–2035, operacionalizar la nueva meta de financiamiento climático (NCQG), definir indicadores para medir la adaptación y evaluar si el planeta todavía puede limitar el calentamiento global a 1,5 °C dejando atrás los combustibles fósiles, lo cual incluye de por cierto el gas natural.

El problema es que, con el nuevo informe publicado en noviembre de este año con las políticas actuales, el planeta se encamina a un aumento entre 2,3 y 2,8 °C. El primer Balance Global, adoptado en Dubái en 2023, dejó un resultado claro: las emisiones deben caer un 43 % al 2030 y un 60 % al 2035 respecto a 2019, algo incompatible con la inercia política de los países desarrollados y con la falta de medios de implementación en los países en desarrollo. Los incentivos económicos no se han ajustado a un desafío de esta magnitud.

La agenda de Belém estará atravesada por la tensión entre justicia climática y tecnocracia. Desde su declaración inaugural, los países en vías de desarrollo (G77 + China) marcaron una línea clara: sin financiamiento, no hay acción. El bloque de estos países demanda que las economías avanzadas tripliquen sus contribuciones antes de 2030 y cumplan con la recapitalización efectiva de los principales instrumentos financieros. Entre ellos el GEF, el Fondo Verde para el Clima, el Fondo de Adaptación y el nuevo Fondo de Pérdidas y Daños, esto como condición mínima para sostener la credibilidad del marco multilateral de acción climática.

El nuevo mecanismo de financiamiento climático (NCQG), fijado en la COP29 con en un mínimo de USD 300 mil millones anuales hacia 2035, representa un avance respecto a los 100 mil millones acordados en 2009, pero sigue siendo insuficiente frente a las necesidades estimadas, que superan el billón anual. Esto se suma al gran desafío de evitar que la acción climática se convierta en una crisis de deuda. Resulta crítico, ya que según datos de la OCDE, entre 2016 y 2020 el 75 % del financiamiento climático se entregó en forma de préstamos y no de subvenciones, profundizando el endeudamiento de las economías emergentes.

El Acuerdo de París, visto como una gran victoria del multilateralismo, se logró cuando existía cierta armonía que permitía un acuerdo global. Diez años más tarde, el escenario geopolítico se ha vuelto más complejo, dificultando que la acción climática avance según lo esperado. Uno de los elementos clave a preservar en las negociaciones climáticas es el principio de “responsabilidades comunes pero diferenciadas”, especialmente en una conferencia en América Latina. Nuestra región, responsable del 8 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, es además altamente vulnerable al cambio climático.

América Latina llega a esta COP atrapada entre sus características de ser economías exportadoras de recursos naturales y la urgencia de transformarlas hacia modelos más diversificados. La paradoja es que los países con mayor biodiversidad y potencial de energías renovables son también los más vulnerables a los impactos del cambio climático y a la volatilidad política interna. La región enfrenta riesgos ecológicos crecientes, como pérdida de bosques, degradación de suelos y estrés hídrico, que afectan directamente sectores productivos estratégicos como la agricultura, la pesca y la silvicultura. La dependencia económica de la exportación de materias primas limita la capacidad de invertir en adaptación y transición energética, generando un círculo de vulnerabilidad socioeconómica y ambiental que exige políticas integradas de conservación, transformación productiva y gestión de riesgos climáticos.

Pero el riesgo no es sólo discursivo. En Chile, por ejemplo, esto podría afectarnos especialmente en este periodo electoral. Elegir a un presidente que niegue o relativice la crisis climática tendría consecuencias directas sobre la capacidad del país para cumplir sus compromisos internacionales, atraer financiamiento verde y mantener una diplomacia climática activa. Chile pasaría de ser un actor con credibilidad técnica y liderazgo regional a convertirse en un eslabón débil dentro del bloque latinoamericano.

En un escenario donde el multilateralismo climático depende de la voluntad política de los Estados, una presidencia negacionista podría aislar al país, restringir su acceso a cooperación y financiamiento climático, y minar la confianza de los organismos internacionales. No se trata solo de reputación: está en juego la política pública y el futuro energético del país.El futuro de la acción climática se define tanto en la COP como en las decisiones políticas nacionales. Si Chile u otro país de América Latina elige gobiernos que niegan la ciencia o minimizan la urgencia del cambio climático, ningún encuentro internacional podrá garantizar resultados efectivos. Hoy, el principal desafío es político: decidir si seguimos confiando en un sistema que posterga la justicia y privilegia la retórica, o si desde el Sur construimos una arquitectura de cooperación sólida, capaz de convertir compromisos en acciones concretas y verificables.

Con Juan Carlos Bodoque y Marcelo Mena, jóvenes latinoamericanos lanzan el LATAM Youth Energy Transition Hub: la nueva apuesta de articulación por una transición energética justa.

Belém do Pará, Brasil — COP30, 17 de noviembre de 2025. En el marco de la Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático (COP30), se realizóel lanzamiento oficial del LATAM Youth Energy Transition Hub, una iniciativa pionera que reúne a jóvenes líderes, organizaciones y expertos de América Latina para impulsar soluciones inclusivas y equitativas en la transición energética regional.

El evento, liderado en Chile por la ONG Uno Punto Cinco tuvo lugar el viernes 14 de noviembre, en la prestigiosa casa de” Goals House Belém”. Un espacio de encuentro entre la creatividad y cooperación, contó con la colaboración del Observatorio de Geopolítica Energética (Brasil) y Latam Lab (Argentina) y fue coorganizado junto al Global Methane Hub (GMH), quienes fueron representados a través de su CEO, Marcelo Mena.

El LATAM Youth Energy Transition Hub surge desde la plataforma plataformatransicionenergetica.org, como respuesta a la necesidad de consolidar una voz latinoamericana joven en los debates energéticos y climáticos globales, en un contexto donde la región se posiciona como actor clave para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París.

Durante la recepción, se presentó la campaña “Emergency Brake” del Global Methane Hub, centrada en la mitigación del metano —el segundo gas de efecto invernadero más relevante—, incluyendo el estreno de cápsulas audiovisuales “Bodoque contra el Metano”, producidas por el reconocido equipo de 31 Minutos, en versiones en español, inglés y portugués.

“Este Hub busca conectar y fortalecer a una nueva generación de líderes climáticos latinoamericanos. La transición energética no puede ser solo tecnológica: debe ser justa, participativa y regionalmente articulada”, señaló Benjamín Carvajal Ponce, Director General de Uno Punto Cinco.

Tras su lanzamiento, el Hub avanzará hacia una agenda colaborativa 2025–2026, que incluirá programas de formación, comunicación climática e incidencia regional en materia de energía y justicia climática.

“América Latina tiene el potencial de ser el laboratorio de una transición justa. Este Hub representa la convergencia de la ciencia, la comunicación y la energía juvenil para construir una nueva narrativa energética desde el Sur”, destacó Marcelo Mena, CEO del Global Methane Hub.

Sobre el LATAM Youth Energy Transition Hub

El Hub es una alianza latinoamericana para impulsar la transición energética justa desde la educación, la innovación y la incidencia política. Reúne a organizaciones y jóvenes líderes de Argentina, Brasil, Chile, Colombia y México, y forma parte de la Plataforma de Transición Energética de América Latina, un espacio colaborativo de investigación, comunicación y acción climática.

Más información: www.plataformatransicionenergetica.org

Localizar la COP: juventudes que transforman negociaciones globales en gobernanza territorial

En la COP30 de Belém, Uno Punto Cinco participó en el panel Localizing COP Knowledge through Youth-Led Governance Initiatives, un espacio que mostró con claridad cómo las juventudes latinoamericanas están convirtiendo las decisiones climáticas internacionales en herramientas concretas para fortalecer la gobernanza local, municipal y comunitaria.

El panel, realizado en el Children & Youth Pavilion, reunió experiencias de México, Chile, Colombia y Centroamérica que demuestran que la acción climática joven ya no se limita a observar negociaciones: hoy produce metodologías replicables, plataformas de seguimiento, articulaciones intersectoriales y mecanismos de incidencia que conectan los resultados de la COP con los territorios que viven la crisis en carne propia.

De la negociación global a la acción local: herramientas que cambian la gobernanza

El primer bloque estuvo dedicado a mostrar instrumentos concretos que las juventudes han desarrollado para traducir los acuerdos de la COP en capacidades reales:

  • Faceta Consciente (México) presentó el Toolkit Consciente, una plataforma abierta que democratiza el conocimiento climático. Además compartieron el programa Post-COP29: Sumando a la Agenda Climática en México, que movilizó a más de 470 personas para analizar los resultados de Bakú e incorporarlos en debates locales de política pública.
  • Tierra Nuestra (México–Colombia) mostró su trabajo en Cumbres Climáticas Juveniles y LCOYs, además del Community Handbook for Multilevel Governance, una guía que permite a comunidades y gobiernos locales integrar resultados de la COP en procesos municipales y regionales.
  • Sustenta Honduras compartió herramientas de gobernanza que integran contaminantes climático–corto-vivientes (SLCPs) en políticas de aire limpio, mostrando cómo vincular salud, mitigación y planificación territorial.

Cada una de estas experiencias mostró que es posible convertir la compleja arquitectura del multilateralismo en procesos concretos, accesibles y medibles para gobiernos locales, organizaciones comunitarias y liderazgos juveniles.

La experiencia de Uno Punto Cinco: participación juvenil y democracia climática en Chile

En representación de Uno Punto Cinco, Ismaela Magliotto presentó dos aprendizajes clave de este año:

  1. LCOY Chile como espacio de gobernanza para juventudes, donde más de mil participantes trabajaron propuestas en transición energética, adaptación, océanos y justicia climática.
  2. La campaña climática en período electoral, una estrategia inédita que vinculó transición energética con empleo, seguridad ciudadana y bienestar, demostrando que la acción climática puede y debe dialogar con las prioridades sociales y económicas de la ciudadanía.

Estas experiencias subrayaron que la gobernanza climática joven no puede quedar reducida a lo simbólico: debe influir en la política pública, la institucionalidad y los procesos democráticos.

Una nueva diplomacia climática juvenil para la región

El panel dejó una conclusión clara: la localización del conocimiento de la COP es una tarea política de alta complejidad, y las juventudes ya están construyendo los puentes institucionales que antes no existían.

Durante las intervenciones y el diálogo con el público se enfatizó:

  • La necesidad de métodos de incidencia replicables entre países.
  • La importancia de construir alianzas con municipios, gobiernos regionales y ministerios.
  • La urgencia de medir el impacto de la acción climática juvenil con indicadores claros.
  • El potencial de conectar ciencia, educación y participación ciudadana en una arquitectura climática más equitativa.

Frente a negociaciones globales cada vez más técnicas y procesos locales cada vez más urgentes, la diplomacia climática juvenil latinoamericana emerge como un actor indispensable.

Lo que sigue

Desde Uno Punto Cinco reafirmamos nuestro compromiso con fortalecer capacidades de gobernanza, conectar juventudes con procesos multilaterales y asegurar que los aprendizajes de la COP puedan traducirse en transformaciones reales para los territorios.

Porque localizar la COP no es solo comunicar lo que pasa en Belém:
es garantizar que cada decisión global tenga un impacto concreto en las comunidades que sostienen la vida frente a la crisis climática.

Justicia climática y derechos humanos: Chile impulsa un debate urgente en el Pabellón de Chile en la COP30

En un contexto global marcado por retrocesos climáticos, crisis de confianza en el multilateralismo y crecientes riesgos para las comunidades que defienden el territorio, el Pabellón de Chile en la COP30 fue escenario del panel Justicia climática y derechos humanos: Avances en la rendición de cuentas en asuntos ambientales. La actividad reunió a referentes de organismos internacionales, academia, organizaciones juveniles, representantes del Acuerdo de Escazú y vocerías de pueblos indígenas bajo un objetivo común: robustecer la rendición de cuentas climática desde un enfoque de derechos humanos.

La discusión reconoció que la crisis climática ya no es solo un problema ambiental: es una amenaza real y cotidiana para el derecho a la vida, a la salud, al agua, a la participación pública y a un medio ambiente limpio, saludable y sostenible. América Latina, una de las regiones más afectadas por la desigualdad climática y el extractivismo, también ha sido un laboratorio jurídico y político para innovar en justicia ambiental. Desde el Acuerdo de Escazú hasta las sentencias de cortes nacionales y regionales, existen avances que ofrecen rutas concretas para fortalecer la transparencia, la responsabilidad y la protección de personas defensoras.

El panel —moderado por Uno Punto Cinco ONG— profundizó en los desafíos de implementar estos marcos normativos en un escenario donde aumentan los conflictos socioambientales y donde los impactos del clima se traducen en violaciones a derechos humanos. La Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos destacó la urgencia de integrar estándares internacionales en la gobernanza climática, garantizando mecanismos efectivos de monitoreo, denuncia y reparación.

Uno de los momentos más significativos fue la presentación de la campaña “La respuesta somos nosotros”, impulsada por pueblos indígenas de diversas regiones del mundo. Su mensaje es claro: ninguna transición ecológica será justa si reproduce lógicas coloniales, desplaza comunidades o ignora sistemas de conocimiento ancestral que han protegido los ecosistemas por siglos. La participación del representante electo del público de Escazú enfatizó la importancia de garantizar participación significativa y protección efectiva para quienes enfrentan amenazas por defender sus territorios.

El panel también abordó discusiones clave de la COP30, como la creación de mecanismos de reparación climática, el financiamiento para pérdidas y daños, y la necesidad de articular el sistema de Naciones Unidas con instrumentos regionales como Escazú. En particular, se subrayó que la crisis climática no puede seguir tratándose como un ámbito voluntarista, sino como un espacio regido por obligaciones jurídicas que los Estados deben cumplir.Para Uno Punto Cinco, este evento confirma la importancia de articular juventudes, academia y sociedad civil en la defensa de la justicia climática. En un momento donde el multilateralismo enfrenta tensiones y donde los impactos se profundizan año tras año, construir sistemas de rendición de cuentas sólidos no es solo una necesidad técnica: es una exigencia ética para proteger a las comunidades que hoy sostienen la primera línea de la emergencia climática.

Chile, a través del espejo

Señor Director:

Cuando el presidente Gabriel Boric asumió la presidencia de Chile, la tríada progresista que compartía escenario con Petro en Colombia y Lula en Brasil prometía transformación. Nuevos liderazgos traían esperanza a América Latina. Hoy, en plena COP30, el espejo se ha agrietado y devuelve una imagen distorsionada del mundo. Lula recuerda que la Amazonía es el corazón del planeta, mientras António Guterres advierte que avanzamos hacia 2,6 °C de calentamiento global. La ciencia sugiere que ya cruzamos los 1,5 °C, pero la política insiste en medir el tiempo con relojes rotos que avanzan y retroceden.

Chile, como la Alicia curiosa que sigue al Conejo Blanco en la novela de Lewis Carroll, se asoma a ese reflejo pero descubre otro país: trece años de sequía, glaciares que retroceden, incendios que devoran bosques y ciudades. Al otro lado del cristal, la promesa de desarrollo se disfraza de progreso mientras la estabilidad del clima continúa en deterioro.

Belém exige decisiones reales: reducir emisiones 43 % al 2030, movilizar 1,6 billones de dólares anuales. Pero también demanda valentía e inteligencia. Si Chile camina sobre la cuerda floja en este periodo electoral: si retrocede en sus compromisos climáticos, puede cruzar definitivamente al otro lado del espejo, donde el sueño de desarrollo se vuelve una pesadilla climática de la que ya no podremos despertar.”

Educating for Climate Justice: Juventudes y mujeres al centro de la transformación climática en América Latina y el Caribe

En el Día de la Educación y el Empleo del Pabellón de la ONU Brasil en la COP30, se desarrolló el panel “Educating for Climate Justice: Empowering LAC Youth & Women for the Future”, un espacio que puso en el centro la urgencia de fortalecer la educación climática, las habilidades verdes y el liderazgo transformador de juventudes y mujeres. En una región donde 169 millones de niños, niñas y jóvenes están expuestos cada año a riesgos climáticos crecientes, la educación dejó de ser un complemento para convertirse en un eje estructural de la resiliencia y la justicia climática.

La conversación reunió a actores clave del ecosistema educativo y climático regional: UNICEF LACRO, CLAAC, Barranquilla+20, la Green Jobs for Youth Academy (OIT–PNUMA–UNICEF), junto a experiencias comunitarias, juveniles y de género de distintos territorios.

El futuro de la región depende de cómo eduquemos hoy

Uno de los puntos más enfatizados del panel fue la necesidad de transformar la educación climática de lo declarativo a lo estructural. En contextos donde eventos extremos, crisis hídrica, enfermedades transmitidas por vectores y desplazamientos forzados afectan especialmente a niñas, jóvenes y comunidades indígenas, no basta con informar: es necesario formar capacidades para actuar, liderar y proteger territorios.

El panel reconoció que la educación climática con perspectiva de justicia debe integrar:

  • Conocimiento científico y saberes comunitarios.
  • Desarrollo de habilidades verdes para empleos del futuro.
  • Liderazgo juvenil e incidencia política.
  • Enfoques de género, cuidados y justicia territorial.
  • Programas de formación vinculados a políticas públicas.

Este marco fue ejemplificado a través de iniciativas presentes en el panel que muestran cómo es posible convertir la educación en una palanca de cambio sistémico.


Experiencias que están reconfigurando la educación climática en LAC

COP30 Academy – CLAAC (Ignacio Orellana, Chile)

La Academia COP30 se ha consolidado como el programa de formación climática más grande de América Latina, capacitando a más de 2.500 jóvenes en gobernanza climática, negociación internacional, diplomacia ambiental y justicia climática. Su metodología combina teoría, análisis contextual y trabajo territorial, preparando a una nueva generación de líderes capaces de incidir en procesos globales desde realidades locales.

Green Jobs for Youth Academy – OIT, PNUMA y UNICEF (Brasil)

Vinícius Laguardia presentó los avances de este pacto global que articula formación técnica, empleos verdes y transición justa. Su trabajo impulsa que las juventudes accedan a empleos de calidad en energía limpia, movilidad sostenible, restauración ecológica y gestión de residuos, conectando mercados laborales con metas climáticas.

Diplomado Mujeres Cuidadoras de la Vida – Barranquilla+20 (Colombia)

La iniciativa liderada por Xiomara Acevedo mostró cómo una educación con enfoque feminista puede fortalecer la resiliencia comunitaria. El diplomado forma mujeres líderes en adaptación, restauración de ecosistemas, defensa territorial y justicia climática. Su impacto en comunidades vulnerables lo posiciona como una referencia continental para integrar género, cuidados y acción climática.

Climate Youth Negotiators Programme (Caribe)

La participación caribeña resaltó la importancia de preparar a jóvenes para negociar, representar y defender los intereses de islas que enfrentan una crisis existencial. Sus programas han logrado insertar liderazgos juveniles en espacios de negociación internacional, aportando diversidad, urgencia y una comprensión territorial que suele faltar en las delegaciones oficiales.

Una hoja de ruta regional: de la educación a la gobernanza climática

La sesión también estuvo enmarcada por la presentación de Ecuador de su nueva Estrategia Nacional de ACE (ENACE 2026–2035), una de las más avanzadas de la región. Este documento integra educación climática, participación pública, comunicación y fortalecimiento de capacidades, demostrando que los países pueden convertir compromisos internacionales en políticas nacionales concretas.

En conjunto, las intervenciones señalaron un horizonte común:
sin educación climática no habrá transición justa; sin juventudes ni mujeres al centro, no habrá justicia climática.

Lo que sigue para la región

Desde Uno Punto Cinco reafirmamos nuestro compromiso de fortalecer la educación climática con enfoque territorial, intergeneracional y feminista, y de trabajar por alianzas que conecten:

  • evidencia científica,
  • políticas públicas,
  • programas de formación,
  • experiencias comunitarias,
  • y liderazgo juvenil.

En un momento histórico donde la crisis climática redefine economía, salud, derechos y democracia, estos espacios en la COP30 no solo aportan diagnósticos: construyen puentes para una nueva gobernanza climática regional, impulsada por quienes heredarán los impactos y las oportunidades del mundo que estamos decidiendo hoy.

Jóvenes Líderes para la Transición Justa: diplomacia climática rumbo al 1.5°C

En el marco de la COP30 en Belém, Uno Punto Cinco ONG, CAF –Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe– y aliados regionales convocaron la jornada “Jóvenes Líderes para la Transición Justa: Diplomacia y acción climática rumbo al 1.5°C”, un espacio que reunió a representantes juveniles de distintos países para analizar críticamente la década posterior al Acuerdo de París y proyectar el rol de las juventudes en la arquitectura climática que definirá los próximos años.

La instancia se desarrolló en un momento decisivo: con el mundo encaminado a un calentamiento de 2,6°C, una brecha creciente de financiamiento y la necesidad urgente de que los países presenten sus NDC 3.0 en 2025. En este escenario, el liderazgo juvenil dejó claro que no basta con participar simbólicamente. Lo que se exige hoy es incidencia real, gobernanza compartida y mecanismos estructurados para integrar las voces jóvenes en la toma de decisiones climáticas.

A diez años del Acuerdo de París: ¿qué hemos aprendido?

El primer panel reunió a Gabriel Medeiros (Brasil), Bruno Sirote (Argentina), Ismaela Magliotto (Chile) y Nathalie Gerbasi (CAF), quienes ofrecieron un balance crítico de los avances y limitaciones del multilateralismo climático. La discusión subrayó tres aprendizajes centrales:

  • que los avances logrados desde 2015 siguen siendo insuficientes frente al incremento de emisiones y la debilidad de los compromisos de adaptación,
  • que la gobernanza climática global continúa reproduciendo desigualdades de poder entre Norte y Sur,
  • que la participación juvenil ha avanzado, pero sin mecanismos institucionales que garanticen continuidad, financiamiento ni transferencia de capacidades.

Los panelistas coincidieron en que las juventudes no pueden seguir siendo observadoras externas del sistema climático: deben convertirse en actores capaces de incidir, fiscalizar y proponer nuevos modelos de gobernanza. NDC 3.0: el futuro climático de América Latina

El segundo panel —con Stephany Gavilán (Perú), María Moreno Córdoba (CAF) e Ignacio Orellana Troncoso (Chile), moderado por Rafael Juliá (CAF)— se centró en las oportunidades y desafíos de la actualización de las NDC 3.0 rumbo a 2025.

La conversación abordó herramientas concretas que las juventudes ya están utilizando en sus países: observatorios ciudadanos, plataformas de seguimiento, metodologías de educación transformadora y mecanismos de participación intergeneracional. También se destacó el rol de los saberes locales y territoriales, fundamentales para conectar el nivel comunitario con los compromisos multilaterales.

La discusión fue especialmente relevante para la agenda de Uno Punto Cinco y UNICEF, que impulsa una hoja de ruta regional para integrar a niñeces y juventudes en la planificación, ejecución y monitoreo de las NDC. El mensaje fue inequívoco: sin participación juvenil vinculante, las NDC 3.0 corren el riesgo de repetir la falta de implementación real que caracterizó sus versiones anteriores.

Hacia una nueva diplomacia climática juvenil

A lo largo de la jornada se consolidó una reflexión clave: América Latina necesita una nueva diplomacia climática juvenil. Una diplomacia:

  • bien financiada, para garantizar continuidad y no solo participación episódica,
  • transparente, que incluya a comunidades locales y pueblos indígenas,
  • territorial, conectada con los impactos concretos en los territorios,
  • orientada a justicia climática, donde adaptación, pérdidas y daños y transición energética no repitan lógicas extractivas ni colonialidades.

Los liderazgos jóvenes presentes enfatizaron que el 1.5°C no es un eslogan ni una narrativa: es un límite físico cuya superación amenaza la sobrevivencia de millones de personas en la región. Para alcanzarlo, las juventudes latinoamericanas no solo están exigiendo acción, sino también construyendo herramientas, metodologías y espacios de gobernanza concretos.

Un mensaje desde Belém para la región

Este encuentro confirmó que los próximos años serán definitivos. Las juventudes de América Latina están listas para asumir un rol estratégico en la implementación del Acuerdo de París, en la vigilancia de las NDC 3.0 y en la defensa de una transición energética realmente justa.

Desde Uno Punto Cinco, reafirmamos nuestro compromiso con una gobernanza climática intergeneracional, donde el conocimiento técnico, la experiencia territorial y la participación significativa se unan para construir un futuro resiliente y equitativo.

La diplomacia juvenil latinoamericana ya no es una promesa: es una fuerza en expansión que exige resultados, justicia y acción inmediata.

Midiendo la resiliencia: avances y desafíos para el desarrollo de métricas de adaptación al cambio climático en Latinoamérica

Un conversatorio organizado por el Center for Climate and Resilience Research (CR)2 y Uno Punto Cinco ONG en la COP30

En el marco de la COP30 en Belém, se llevó a cabo el conversatorio “Midiendo la resiliencia: avances y desafíos para el desarrollo de métricas de adaptación al cambio climático en Latinoamérica”, una instancia que reunió a investigadores, negociadores, instituciones internacionales y organizaciones juveniles para abordar uno de los debates más urgentes de esta conferencia: cómo medir, con criterios comunes y verificables, si la adaptación realmente está ocurriendo en los territorios.

La discusión se dio en un contexto clave. Por primera vez desde la adopción del Acuerdo de París, la comunidad internacional se encuentra en el proceso de definir una Lista Global de Indicadores de Adaptación, parte central de la Meta Global de Adaptación (GGA). En este escenario, América Latina —una región altamente vulnerable, diversa y con profundas asimetrías socioambientales— enfrenta el desafío de traducir evidencia científica, impactos locales y sistemas de gobernanza fragmentados en métricas comparables, útiles y justas.

Un panel que reunió ciencia, política pública y acción juvenil

El evento, coorganizado por el Center for Climate and Resilience Research (CR)2 y Uno Punto Cinco ONG, convocó a voces relevantes para el proceso de construcción de métricas de adaptación:

  • CR2, presentando avances científicos en medición de resiliencia y vulnerabilidad.
  • International Platform on Adaptation Metrics (IPAM), compartiendo estándares internacionales emergentes para monitorear adaptación.
  • Race to Resilience, con experiencias globales sobre metodologías para medir impactos comunitarios.
  • Ministerio del Medio Ambiente de Chile, desde su rol en las negociaciones climáticas y la elaboración de la Comunicación de Adaptación del país.
  • Proyecto RISE (Uno Punto Cinco + CLAAC), que documenta historias de adaptación comunitaria lideradas por juventudes en América Latina.

A través de estas miradas, el conversatorio permitió comprender la tensión estructural del proceso: cómo combinar métricas técnicas comparables a nivel global con indicadores sensibles a la realidad territorial, cultural y social de América Latina.

¿Por qué es tan difícil medir adaptación?

Los panelistas coincidieron en que la adaptación es compleja de medir porque involucra procesos sociales, capacidades institucionales, bienestar humano y resiliencia ecológica, dimensiones donde los avances son más difíciles de cuantificar que las reducciones de emisiones.

Entre los desafíos destacados:

  • Falta de datos homogéneos y comparables entre países.
  • Capacidades institucionales limitadas en gobiernos locales, donde se juega la mayor parte de la adaptación.
  • Necesidad de métricas que integren justicia climática, género, pueblos indígenas y desigualdades territoriales.
  • Riesgo de indicadores demasiado globales, que no capturen las realidades de comunidades vulnerables.

Se enfatizó que la adaptación no puede reducirse a infraestructura o planes institucionales; debe incluir mejoras reales en salud, seguridad hídrica, protección de ecosistemas, reducción de pérdidas y fortalecimiento de capacidades comunitarias.

Chile y el liderazgo regional en métricas de adaptación

Uno de los puntos fuertes del conversatorio fue la presentación de la experiencia chilena. El país se ha posicionado como referente técnico por su marco legal (Ley Marco de Cambio Climático) y su primera Comunicación de Adaptación (AC1), que ya incorpora indicadores alineados con la Meta Global de Adaptación.

Entre los avances destacados:

  • Más de 50% de las cuencas cuentan con planes de gestión climática.
  • La infraestructura crítica incorpora evaluaciones de riesgo climático.
  • Las áreas protegidas avanzan en planes de adaptación ecológica.
  • Se integran criterios de género e interculturalidad en los planes locales.

Estos insumos posicionan a Chile como uno de los países capaces de aportar experiencia concreta para la discusión técnica del GGA.

El aporte juvenil: adaptación desde los territorios

El proyecto RISE de Uno Punto Cinco y la Coalición Latinoamericana de Acción Climática (CLAAC) sumó una dimensión fundamental: la de las juventudes y las comunidades. Historias de adaptación en zonas rurales, urbanas y costeras ilustran que:

  • la mayor parte de la adaptación ocurre a escala local,
  • las comunidades ya están reaccionando a un clima que cambia más rápido que las instituciones,
  • la participación juvenil es clave para identificar brechas, monitorear avances y asegurar justicia climática.

Estas experiencias permiten construir indicadores más sensibles a realidades concretas: acceso al agua, impactos en salud, pérdida de medios de vida, cambios en biodiversidad y fortalecimiento de capacidades locales.

Hacia un marco regional para medir resiliencia

El conversatorio concluyó con un llamado claro: América Latina necesita una agenda regional de métricas de adaptación que conecte ciencia, política pública y comunidades. Esto implica:

  • armonizar metodologías sin perder diversidad territorial,
  • generar datos abiertos y comparables,
  • fortalecer capacidades municipales y comunitarias,
  • y asegurar que la adaptación se mida no solo desde arriba, sino también desde abajo.

La construcción de métricas de adaptación no es un ejercicio técnico aislado. Es parte esencial de un nuevo contrato social frente al cambio climático: uno que ponga la vida, la justicia y los territorios en el centro.